lunes, 9 de abril de 2012

Para Historia de 2 año B - Agricultura y la actividad económica en el Feudalismo


Agricultura y la actividad económica en el Feudalismo

Introducción
l feudalismo fue una forma de organización social y política, pero sobre todo económica, de los pueblos europeos manifestada entre los siglos IX y XVIII, con algunas transformaciones a partir del siglo XV, y cuya base residía en la agricultura.
El feudalismo nació, principalmente, a consecuencia del proceso de ruralización surgido a partir del siglo III tras la desaparición del mundo urbano de Roma, favorecido por las invasiones germánicas, que aprovecharon la decadencia del Imperio Romano para crear los reinos germánicos, y también por las segundas invasiones del siglo IX que intensificaron la tendencia.
El contrato feudal
El fin del imperio romano dejó en una situación de indefensión a muchos pequeños propietarios, los cuales buscaron protección entre los señores poderosos (reyes o nobles). Al quedar los soberanos con incapacidad de prestar un respaldo militar, se estableció un contrato feudal con aquellos que estuvieran dispuestos a servirles, y que pasarían a ser sus vasallos, consistente en una dependencia personal por la cual el señor se obligaba a defender a su vasallo, y éste a prestarle un servicio militar en caso de guerra, además de otros servicios económicos o personales.
Por contrato feudal, que ligaba a ambas partes para toda la vida, el señor entregaba al vasallo sus tierras y recibía de él una parte de las cosechas y de su trabajo personal. Los romanos también concedían tierras a súbditos en compensación por servicios militares prestados; esta tradición se aplicó en el sistema feudal, y el contrato quedaba sellado mediante un juramento de fidelidad, una ceremonia por la cual un noble juraba vasallaje a otro noble o rey, en este caso siguiendo una tradición germana.

En el juramento de vasallaje se simbolizaba la entrega personal de un noble a otro noble o rey, jurándole fidelidad. Ilustración de La ceremonia del homenaje, Casa del Arcediano, Barcelona
El feudalismo comenzó en Francia favorecido por los reyes carolingios, y pronto se extendió a todos los países europeos (Alemania, Italia, Inglaterra, España...), siendo en Francia e Inglaterra donde se mantuvo con mayor fuerza. La evolución del feudalismo tuvo un momento decisivo con la capitular de Querzy (año 877), en la cual se concedía el derecho preferente de los hijos de un señor feudal a sucederle en el feudo, quedando establecido como institución mediante consagración, es decir, bendecido por la iglesia, lo que motivó que los eclesiásticos (obispos, abades, monjes...) se integraran en la sociedad feudal, y muchos obispos y abades titulares de señoríos gobernasen como verdaderos señores feudales las diócesis y abadías que recibían de los nobles.
Jerarquía feudal
La práctica generalizada del contrato feudal dio lugar a una verdadera jerarquía feudal con el rey a la cabeza. Bajo el rey estaban los vasallos inmediatos o grandes vasallos, propietarios de los feudos más grandes y cuyo grupo estaba formado por los nobles y eclesiásticos (duques, marqueses, condes, obispos, abades, etc.); les seguían los vasallos poseedores de los feudos más pequeños (barones, vizcondes, etc.); los últimos eran los caballeros, propietarios sólo de su caballo, que servían militarmente a un señor feudal a cambio de tierras o dinero.
La sociedad feudal estaba formada por la nobleza feudal (las citadas clases de los nobles y eclesiásticos), y el pueblo, compuesto por los villanos o colonos y los siervos. Los villanos o colonos eran campesinos que cultivaban pequeñas parcelas de tierra cedidas por el señor feudal a cambio de determinadas rentas y servicios personales; tenían libertad para disponer de los bienes, contraer matrimonio (abonando una tasa) y abandonar la residencia (aunque debían solicitar el permiso del señor).
Por su parte, los siervos eran una clase inferior, jurídicamente y en la práctica eran el equivalente a esclavos, pues su situación de servidumbre del señor, al que pertenecían como una propiedad, se trasmitía junto con la tierra. La institución de esta servidumbre, compuesta por los llamados siervos de la gleba (en relación con la tierra que estaban obligados a cultivar) fue muy importante entre los siglos XI y XIII, y estaba nutrida de hombres libres o esclavos emancipados, los cuales, con objeto de asegurarse su propio sustento, adquirían ese pacto con el señor para toda la vida. En ese pacto se obligaba el siervo a la entrega de una parte de los frutos cultivados, prestación de servicios personales y algunas otras formas de limitación de su propia libertad y de los miembros de su propia familia; un ejemplo llamativo es el denominado Derecho de Pernada, por la cual algunos señores feudales se atribuían el derecho de entrar al lecho de la mujer desposada antes que su propio marido, y que podía ser rescatado mediante el pago de una suma de dinero.

Los siervos se obligaban a entregar al señor feudal una parte de las cosechas, e incluso prestar determinados servicios personales
La condición de los siervos de la gleba evolucionó en Europa occidental, primero en calidad de censatarios y más tarde ya como propietarios libres, que alcanzó a otras regiones con la expansión de los reinos cristianos.
Los territorios feudales
a sociedad feudal se organizaba alrededor del feudo o unidad territorial (una especie de mini estado), consistente en una propiedad rústica generalmente muy extensa que rodeaba el lugar en que habitaba el señor feudal; los dueños del feudo (nobles o eclesiásticos) lo eran no sólo de todo el conjunto de sus dominios, sino también de los que en ellos residían.
Un feudo típico constaba de un amplio terreno de entre 350 y 800 hectáreas formado por bosques, pastos y tierras agrícolas; jardín con hortalizas y hierbas aromáticas, colmenas para la obtención de miel, lago o estanque para peces, molino para la molienda del cereal, horno para el pan, establos, fragua, telares, y en muchas ocasiones una prensa o lagar para vino o aceite. Si el feudo alcanzaba toda una parroquia incluía también una iglesia. Todo el conjunto de instalaciones permitía a sus moradores ser autosuficientes.

El feudo estaba formado por tierras de labor, generalmente muy extensas, que rodeaban la mansión o castillo en que residía el señor feudal. Ilustración de Las muy bellas horas del duque de Berry
En el feudo se distinguían dos partes bien diferenciadas: La reserva o terra dominicata, lugar de uso exclusivo en que se alzaba la mansión o castillo residencia del señor feudal, y donde se concentraban las tierras más productivas. En ellas se situaban generalmente las instalaciones comunes (establos, horno, molino, etc..) a las cuales acudían los campesinos para moler, cocer el pan, confeccionar tejidos, etc., y por cuya utilización debían abonar un canon.
La otra parte del feudo eran los mansos, que consistían en parcelas de terreno que el señor entregaba a los villanos o colonos para su cultivo. No tenían una extensión determinada, sino que ésta venía dada por la capacidad del suelo y el rendimiento obtenido para alimentar un colono y toda la familia asentada en la parcela.
Administración del feudo
Las obligaciones del señor feudal para con sus siervos y colonos se limitaba a la protección, tanto militarmente por posible invasiones como en épocas de hambruna. Sin embargo, las obligaciones del pueblo campesino eran muy extensas.
Los campesinos estaban obligados a explotar su propio manso y a ser autosuficientes con su producción, una vez descontada la parte de los frutos correspondiente al canon que debían abonar al señor. Era además obligado observar la corvea, que consistía en que cada manso debía ceder una persona durante determinadas horas a la semana (incluso hasta dos días), para trabajar en la reserva en las tierras del señor. Esta obligación era extensiva a permanecer en la reserva 15 días seguidos al año para realizar las labores que fueran necesarias.
Existían además numerosos trabajos de carácter obligatorio para los campesinos, por ejemplo pago de cánones por la utilización de servicios de la reserva (horno, molino, pastos, bosques, aguas, etc.); o pago de la denominada talla, consistente en un tributo arbitrario que el señor podía decidir argumentando necesidad.

La administración del feudo incluía tributos en forma de cánones por servicios, e incluso pagos arbitrarios (la talla) si el señor feudal lo consideraba por necesidades propias
Jurídicamente los habitantes del feudo estaban sometidos a determinadas leyes, normas o reglas, que también afectaban a su economía, ejemplo de las banalidades, que prohibía la venta de los productos de los colonos antes que lo hubiera hecho el señor.
La justicia solía ser potestad absoluta del señor feudal dentro de sus dominios, y afectaba incluso a los transeúntes. Dependiendo del tipo de feudo, por ejemplo en los grandes señoríos, se podía incluso condenar a muerte y ejecutar la sentencia. En los feudos donde se disponía de la llamada inmunidad, el rey cedía y perdía todo el derecho sobre los feudos en favor del señor beneficiario, que adquiría no sólo el derecho soberano de ejercer justicia, sino de disfrutar de las rentas públicas.
Evolución económico-social del feudalismo
omo se ha dicho, durante la época feudal la gran parte de la población vivía de la agricultura. Los cultivos principales eran los cereales: trigo, centeno, avena, cebada, y también variadas legumbres como habas y guisantes. Al principio, los rendimientos de la tierra se tornaron insuficientes para alimentar a los campesinos y sus familias, y cubrir además el canon de obligado cumplimiento con el señor feudal.
Fue a partir del siglo IX cuando se comenzó a manifestar una mejora en el rendimiento agrícola, gracias a los avances técnicos en herramientas (como el arado con ruedas), mejoras en la sujeción de los yugos en los animales de tiro, etc.

Los avances técnicos y las mejoras en las herramientas y aperos, como la introducción del arado con ruedas, supuso un mayor rendimiento de las tierras feudales, permitiendo que todos los habitantes de un feudo fueran autosuficientes
A partir del siglo XI el molino de mano queda apartado por el molino de agua, que además de suponer una ventaja en términos de rendimiento, favoreció los intereses impositivos de los señores feudales, que obligaron a los colones a utilizar los molinos de la reserva que empezaban a proliferar en todos los feudos, previo pago de una tasa. La fuerza del agua se demostró igualmente muy importante para otras tareas, como la de mover telares o accionar las fraguas. En esta época comienzan también a especializarse determinados oficios artesanos, tales como alfareros, herreros, carboneros, curtidores, etc.
La economía cerrada del feudo empieza a cambiar sustancialmente durante el siglo XI, dependiendo menos de la agricultura y pasando a una importante diversificación, donde el comercio toma forma y da paso a las ciudades, quedando el feudo relegado a un segundo lugar. Nace así un periodo conocido como Baja Edad Media. En este periodos surgieron acontecimientos importantes que afectaron al comercio y la agricultura feudal de la Europa continental, tal como el desarrollo del imperio bizantino, y el poder de los musulmanes en el sur de Europa y Oriente Próximo.
En el siglo XII, con las cruzadas se consiguió aumentar el contacto y familiarizar a los europeos con determinados productos de los países islámicos, tales como los tejidos de algodón y los cítricos. Por otro lado, determinadas regiones prósperas en su día como Mesopotamia, retrocedieron hasta el extremo de la subsistencia cuando los mongoles destruyeron sus avanzados sistemas de irrigación.
Muchos sistemas feudales europeos de la región eslava apenas se sostenían en esta época, y gran cantidad de cultivos y productos como aceituna, uva, y cría de animales quedaban fuera de ellos. Muchos alimentos de las propiedades feudales procedían de la caza que organizaban los señores, actividad ésta muy común dentro de los dominios, que solían incluir amplios bosques donde la caza estaba absolutamente prohibida para los colonos.
Sobre el año 1.300 las áreas que rodeaban a las ciudades medievales comenzaron a especializarse en productos hortícolas y lácteos; muchas industrias textiles hicieron aparición y la cría de la oveja comenzó a resultar rentable, especialmente en Inglaterra, Lombardía, Augsburgo (Alemania), Flandes, Toscana y Champagne. Las tierras comunales empezaron a cercarse con objeto de criar ovejas para el aprovechamiento de la lana. Muchos feudos, sin embargo, desaparecieron durante el siglo XIV por las grandes epidemias de peste y las guerras que se libraban en Europa; grandes extensiones de tierras de cultivo quedaron abandonadas. Durante esta época gran cantidad de mano de obra se pierde, comienza a expresarse el descontento de los campesinos supervivientes de los feudos, y a materializarse la búsqueda de mejores condiciones de vida.